Profesiones de
hombres y profesiones de mujeres: este es el título con el que he
querido encabezar esta primera REFLEXIÓN en mi diario de aprendizaje, a
propósito del reto del Módulo 1, trayendo a colación esta noticia cuyo
enlace y URL adjunto:
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/los-banos-son-tema-claudia-mujer-cumplio-nid2520666/
En
nuestra Sociedad siempre han existido estereotipos conocidos por todos, sobre
lo que ha venido considerándose tradicionalmente profesiones de hombres y
profesiones de mujeres.
Esta
noticia pone de manifiesto que el pensamiento y los estereotipos que rigen en
nuestra Sociedad tienen que ir cambiando y que profesiones que tradicionalmente
han sido ocupadas en su exclusividad por el género masculino, pueden
desempeñarse igual de satisfactoriamente y con los mismos resultados de
eficiencia y calidad por el género femenino. Sin embargo, siguen existiendo
impedimentos y cortapisas que dificultan el acceso de la mujer a determinadas
profesiones catalogadas “para hombres”.
Como
se dice en el reportaje la profesión de Camionero es una de las profesiones con
mayor “brecha de género” en tanto que tan sólo un 0,46 % de las conductoras son
mujeres. Esta mujer hizo realidad su sueño de dejar su puesto como productora
de seguros para conducir un camión y sentir realizado el sueño que siempre
había deseado, enfrentándose a tabúes propios y ajenos.
Esta
mujer representa la iniciativa, la decisión y el valor de enfrentarse a los
estereotipos y obstáculos que le supuso cumplir con lo que era su deseo.
Existen factores tanto sociales como culturales, que determinan la segregación laboral, y estos factores influyen tanto en la oferta como en la demanda.
El género femenino representa un porcentaje muy alto de la ocupación en sectores como la educación, la sanidad y el comercio al por menor, en tanto que el género masculino sigue ocupando en su gran mayoría puestos de responsabilidad, altos cargos, directivos y trabajos manuales.
En los últimos años, las diferencias en los niveles de educación
de hombres y mujeres se han reducido considerablemente y las mujeres tienen en
la actualidad niveles de educación más altos que los hombres, pero existe una
clara disparidad entre el nivel de estudios que alcanzan las mujeres y sus
situaciones profesionales y puestos laborales.
En el ámbito de la Administración Pública, donde existe un porcentaje
elevado de representación femenina sigue existiendo el llamado “techo de
cristal” en igualdad de condiciones y puestos, a las mujeres les cuesta más
alcanzar un puesto directivo que a un hombre, y la promoción en la carrera
profesional es igualmente más complicada.
En la actualidad siguen existiendo considerables
diferencias en las condiciones y características tanto en la oferta como en la
demanda de trabajo en ambos sexos, que condicionan que se sigan produciendo
brechas de género en: salarios, puestos de responsabilidad, reparto de cargas
familiares, participación en el trabajo no remunerado, repercusión en el empleo
de la existencia de hijos, etc.
Considero
como fundamental la educación desde la niñez. Es en la infancia donde se crean
en las mentes de los más pequeños este tipo de estereotipos, que
desafortunadamente crecen con ellos, sino se ataja a tiempo, sobre lo que es “propio
del género masculino” y adecuado para el “género femenino”. Ahí está la labor de los padres en educar para
la igualdad, y las políticas educativas que han de ir encaminadas a un nuevo
enfoque sobre igualdad real entre hombres y mujeres.
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